Delfina creció en una familia dedicada al hockey. Sus padres habían sido jugadores del Club Banco Provincia, y fue allí donde ella convirtió sus primeros goles cuando apenas tenía cinco años, continuando con el legado familiar al mismo tiempo que empezaba a escribir su propia historia.
Desde chica tuvo claro su sueño y trazó la hoja de ruta para cumplirlo. Sabía que si potenciaba su habilidad con esfuerzo y dedicación los resultados llegarían más temprano que tarde. Su pasión y compromiso fueron premiados con el debut en primera división, y sus grandes actuaciones la llevaron a ser parte del seleccionado argentino, del que llegaría a ser la capitana.
Representando al país consiguió cinco Champions Trophy y el Campeonato Mundial del 2010, quedando grabada a fuego en la historia grande de nuestro hockey. A estos títulos se le suma un galardón personal, en febrero de 2018 la Federación Internacional de Hockey (FIH) la eligió como mejor jugadora del mundo, la máxima distinción a la que se puede aspirar.
Todos estos logros impulsaron su espíritu competitivo y su pasión por el hockey. Delfina tiene desafíos renovados, y su carrera nos enseña que cuenta con lo necesario para alcanzarlos.